lunes, 24 de enero de 2011

Clarulina + Torcuato





Algo de qué hablar
Apareció sin que nadie la hubiera visto antes por el pueblo y desde entonces todos la miraban extrañados. Paseaba como si nada por todas partes con aquel gran pájaro encima de la cabeza. Por los parques y las calles, sin turbarse por esos ojos que sin pestañear se clavaban en ella, ni por esas bocas que parloteaban. La gente no la aceptó, incluso en cierta ocasión un grupo de adolescentes apedreó al ave y ésta salió revoloteando a media altura. La niña, sin perder la sonrisa que siempre decoraba su cara, siguió con la vista el vuelo de su amiga y sin cesar de caminar, hizo gestos con su brazo en alto que la gaviota interpretó, bajando y posándose de nuevo sobre su pelirroja melena. Las constantes habladurías pasaban de boca a oreja, e hicieron olvidar a aquel otro personaje que años atrás decidió subir al monte a vivir de forma ermitaña. Áquel, bajaba de tiempo en tiempo al pueblo para cambiar sus artesanías por herramientas y enseres. Fue uno de esos días cuando se topó con un corrillo de parroquianos, estaban cuchicheando sobre una niña de raros comportamientos. Miró entonces hacia la acera de enfrente, allí estaba en un banco de madera. La mirada del hombre se encontró con la de ella y al percibir la felicidad que transmitía su rosado rostro, le hizo sonreír. Quedó paralizado un ratito, hurgándose entre las blancas barbas y miró a las personas que lo observaban con silencio expectante.
Algo perdido en su memoria afloró: el motivo por el que un día abandonó todo lo que lo unía a este pueblo decidiendo vivir solo en el monte.
Torcuato González Toval.
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Obra de Torcuato, cuyo blog podéis visitar en la dirección:

1 comentario:

Rosi(Lucía) dijo...

Preciosa historia... nunca se debe juzgar por las apariencias... sieempre hay una historia detrás.¡ Me ha gustado!